Según cuentan, hay noticias documentadas sobre algunos intentos de producir arroz en el delta del Ebro ya en el siglo XV. En 1697 los monjes del convento de Benifassà lo volvieron a intentar en la zona de la Carrova de Amposta. Y en 1719 se obtuvieron algunas autorizaciones para cultivarlo en las zonas de la Ribera. No obstante, fue en 1859 una vez que hubo entrado en servicio el canal de la derecha del Ebro, cuando empezaron a realizarse las primeras pruebas para ver si era posible el cultivo del arroz en el delta del Ebro.
La experiencia fue positiva y al año siguiente ya se pudo recolectar la primera cosecha. Si bien las plagas de paludismo (malaria) que se sucedieron desde el minuto cero abrieron un intenso debate sobre la conveniencia de desarrollar ese cultivo, lo cierto y seguro es que el número de hectáreas cultivadas no paró de crecer. El esfuerzo fue titánico. Prácticamente con las manos como herramientas y con la ayuda de las caballerizas se rompieron, allanaron, colmataron y delimitaron enormes extensiones de prado, de humedales, tierras pantanosas y cañizos, de pozas, turberas y surgencias.
Empezaron a aparecer pequeños canales y acequias, derivados del principal, bien fuera para conducir el agua hacia los “cuadros de arroz” o para desguazarlos. Grupos y camarillas de agricultores valencianos, con mayor experiencia en el cultivo, trabajaban en las épocas en que se intensificaban las tareas. Todo el territorio fue cambiando y adaptándose a la nueva realidad.
El 10 de mayo de 1860 se publica una Real Orden sobre la normativa reguladora del cultivo del arroz, lo que significará un gran cambio con la posibilidad de cultivar arroz en los terrenos pantanosos, en los cuales el estancamiento de las aguas podría resultar perjudicial para la salud pública. A partir de 1867, es cuando se inicia realmente la colonización del delta derecho. En mayo de 1912 entró en servicio el canal de Izquierda del Ebro. Podríamos decir que en los últimos 160 años ha condicionado el paisaje, el ciclo vital y laboral de los habitantes y la ocupación y distribución del territorio.
En la actualidad el 83% del total de la superficie cultivada del delta del Ebro son arrozales, unas 20.400 hectáreas de las que buena parte están amparadas por la Denominación de Origen Protegida Arroz del Delta del Ebro o Arròs del Delta de l’Ebre. La producción anual se sitúa entorno a las 135 mil toneladas. Se cultivan diversas variedades, entre las que cabe citar el bahía, Tebre, Sénia, Fonsa, Gleva, Bomba o Montsianell, entre otras.
Perderse por la red de carreteras secundarias y caminos del delta es siempre una buena experiencia. El paisaje, los colores, el aspecto, los olores y la fauna van cambiando según el ciclo del cultivo. En invierno los campos aparecen áridos y desiertos; en primavera, en el mes de mayo, cuando se inundan de agua, todo el delta parece un gran espejo que pronto se convierte en una gran alfombra verde cuando en verano empieza a crecer la planta, acabando de un color ocre, amarillento, cuando las espigas maduran antes de ser recolectadas a principios de septiembre. Todo un espectáculo para los sentidos y que no deja a nadie indiferente.
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