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París

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¿Quieres vivir el San Valentín más romántico de tu vida? París es, por antonomasia, el destino estrella para pasar el día de los enamorados. ¿Quién no ha soñado en visitar esta capital europea cuando se está enamorado? París, también conocida como la ciudad del amor, es el lugar ideal para sorprender a tu pareja en uno de los ambientes más apasionados, mágicos y delicados del mundo.

Chartres es famosa por su catedral arrebatadoramente gótica, impresionante, con sus agujas de te llevan la mirada al cielo y vidrieras de colores que en días soleados de verano te abren esa mirada a brillos y tonos difíciles de olvidar.

Pero Chartres, además de su casco antiguo y de las casonas y mansiones de su comarca tiene entre sus calles dos curiosidades que no me resisto a proponerte que veas para que incluyas en tu tour de Chartes particular.

La imagen de Nueva York, como la de muchas otras localizaciones con identidad global, está asociada a algo parecido a fotos fijas que guardamos en la memoria. El cine, las artes, han hecho mucho para marcarnos a fuego esa identidad. Y, bueno, si te hablo de Nueva York, seguro que te imaginas los rascacielos y la Estatua de la Libertad.

Tan potente es la imagen de la libertad levantando la antorcha que es la cara visible que se asocia también con ese sentido de la independencia de los pueblos. Me gusta ese símbolo de libertad tan hierático, tan mayestático. Tanto, que en uno de mis veranos en París me decidí a buscar, y, si era posible, a fotografiarme con cada una de las seis estatuas de la libertad de la capital francesa.

Fontainebleau es una localidad francesa situada al sureste de la capital París y a unos 55 kilómetros de distancia. Zona boscosa de caza y residencia de reyes desde el siglo XI, el Palacio de Fontainebleau, la joya de la corona, nunca mejor dicho; es una amalgama de edificios, jardines, de espacios dispares, organizados bajo un caos resultado de añadir época tras época nuevos conjuntos que resultan agradables a la vista y que representan, junto con el Palacio de Versalles, uno de los lugares emblemáticos de Francia que todo viajero debe visitar.

Los palacios fastuosos de Versalles, o los mismos castillos del Loira, siempre se me han antojado como grandes parques temáticos. Especialmente cuando se los visita en los días de agosto, cuando los turistas parecen hacer de las residencias algo parecido a un hormiguero. Y es que, cada año el Palacio de Versalles, por ejemplo, recibe una media de tres millones de turistas; los jardines, siete millones. Ahí es nada.

Las residencias reales, las de condes y duques, en un país como Francia orgulloso de su republicanismo, me parece que se han quedado como palabras sin voz para sostener cualquier discurso en defensa del papel de una vieja nobleza que hizo historia. Las grandes casas están, pero nada de lo que fue es. Todas me parecen, como digo, escenarios vacíos.

Y ninguna dependencia me inspira una sensación de vaciedad mayor que la que daba vida a las fuentes y cascadas de la propiedad de un primo del rey Luis XIV, Luis II de Borbón-Condé, los Jardines del Gran Condé en el Palacio de Chantilly.

Francia es un estado aconfesional, sus ciudadanos hacen gala de ello, y, París, su capital, lo demuestra no haciendo ostentación de cultos o de encuentros religiosos en lugares públicos. La religión en París queda para dentro de las iglesias. Lo curioso es que la ciudadanía de París es multicultural, multirreligiosa, y, si bien, no hay una gran visibilidad en la calle de incluso las confesiones más mayoritarias, también es cierto que templos no faltan.

Todos hemos encontrado algo cuando hemos llegado por primera vez un lugar que nos ha fascinado en un viaje previsto o que no hemos  organizado. Encontrar algo que descubrir es fácil, todo depende de nuestra sensibilidad, como sencillo resulta perder algo de lo que llevamos cuando viajamos.

Los objetos perdidos, en el mejor de los casos, acaban en una oficina. Las hay en estaciones de trenes, en aeropuertos y en las dependencias policiales. Pero ninguna tiene tanta fama como la que la gendarmería de París convirtió en su día en museo, el Musée du Service des Objets Trouvés, al que también se le conoce como Petit Musée des objets trouvés.

¿Un top de París? ¿qué? ¿dónde? Si uno de los atractivos de la ciudad de París es  su Torre Eiffel, el top de ese top, lo mejor – por más alto (top)- de ese significativo monumento es el último de los niveles de la estructura metálica. Un lugar que recomiendo para una visita fundamental a París.

Por cierto, echa un vistazo a este enlace de la web Viajaraparis.com, en  el que podrás encontrar diferentes formatos de visitas guiadas a la Ciudad de las Luces. Pica aquí para acceder a esos contenidos.