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Roma

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Una visita a Roma te contará con monumentos y costumbres antiguas todo lo que de magnífico y colosal tuvo la expansión de la fe desde la Ciudad Eterna durante siglos y siglos. Roma es un foco que iluminaba e ilumina a los cristianos de todo el mundo y  cualquier iglesia de Roma te mostrará ese esplendor y magnificencia consagradas. Te puedo enseñar postales como cromos que dan fe de lo que digo.

Por esa razón, cuando nos topamos con un templo significativo, con historia, con el nivel reconocido de una catedral en provincias italianas, pero con la apariencia de iglesias de barrio romanas, el contraste es cuando menos extraño, chocante. La pregunta que nos planteamos es ¿por qué tanta sencillez  para tanta categoría, o al revés?

Uno de los casos más curiosos es el de la Catedral San Lorenzo de Viterbo, en la Tuscania, en el noroeste de Roma y a algo más de cien kilómetros de la capital.

La ciudad de Roma está llena de detalles que hacen las delicias de los viajeros más curiosos. Su patrimonio histórico artístico está literalmente en la calle o es accesible para los viajeros, a la vista o al alcance. Afuera, esculturas, formas arquitectónicas se deshacen en trampas estéticas para las miradas sensibles; dentro, en los interiores, las oportunidades de recrear el gusto por lo pequeño se queda sin límites.

Tal vez sea el carácter latino de los italianos, estetas que llevan el gusto por la composición en la sangre; tal vez sea por un instinto natural, por querer ver y mostrar otro lado de la realidad de una Roma que se puede ver igual de grande en sus pequeñeces.

Las pinturas de la Capilla Sixtina de la Catedral de San Pedro de Roma son una cima inalcanzable del arte universal. Sus pinturas, su miríada de personajes, se pueden leer tal cual, como recreaciones de diferentes pasajes de la Biblia, o, de una manera menos obvia, como aviesas o curiosas puestas en escena con las que su autor quiso decir sin decir.

Miguel Ángel pintó el techo de la Capilla Sixtina y se resistió a hacerlo porque siempre pensó que su arte era el de esculpir y que alguno de sus artistas enemigos le habían propuesto al Papa para verlo fracasar. Pintó, en dos etapas, más de 300 figuras para la Creación, el Juicio Final, El Diluvio Universal, Adán y Eva o el Jardín del Edén.

Un lugar con encanto y con valores añadidos cerca de Roma, sobre todo en verano, es Ostia. Bueno, en realidad una de las dos Ostias, la bulliciosa, balnearia y playera, de clubs náuticos, nacida de los fastos mussolinianos, de terrazas atestadas de domingueros romanos y de turistas de sol y playa; y la otra, la que te quiero contar, la Ostia Antica, la que se derrama entre restos derruidos y semisepultados que se corresponden con la ciudad portuaria de la Roma antigua.

Ostia Antica era una colección de viviendas, almacenes, tiendas, molinos harineros, bares, más almacenes, templos de cultos exóticos, todavía más almacenes, largas avenidas y calles empedradas, un puerto hexagonal y numerosos espigones para estibar las cargas procedentes de todo el imperio y un rosario.., sí, de más almacenes.

Roma es una ciudad llena de encantos por descubrir. Tiene como todas las capitales del sur, mucho de la creatividad y de la extroversión que se les supone a los latinos. Creo que se podría hacer un recorrido monográfico por los excesos de la capital del Tíber. Excesos del tiempo de los romanos, de la época clásica, excesos de ayer mismo.

Voy a comentar uno que creo ajustado a esa idea de la exuberancia latina que ni es de tiempos remotos, ni cae del lado del pecado o la turbidez moral. Quiero hablarte, pensando en interesarte para que busques el lugar en tu próximo viaje a Roma. Quiero contarte algo del Barrio del Coppedè, un distrito del norte de la Ciudad Eterna que tiene el nombre de uno de los arquitectos que contribuyeron a urbanizarlo. Gino Coppedè, arquitecto, sí, escultor, también, y decorador por más señas.

Hay quien pone horas y días para cifrar en cuanto tiempo podemos ver lo esencial de un destino turístico del que no conocemos nada. Poco o nada. Circuito de Nápoles básico en un día, Turín en unas pocas horas, Génova, otro tanto.

Sin embargo, hay lugares que visitar que se salen de ese encorsetamiento horario, simplemente porque son inabarcables, por la bastedad de su patrimonio, por todo lo que hay que ver y que resulta esencial, esencial.